sábado, 27 de marzo de 2010
A lo largo de su trayectoria, Vladimir Cora se ha consolidad como un artista que cuenta con reconocimiento pleno en el ámbito internacional de las artes plásticas. Luego de tres lustros marcados por una presencia tanto en México como en el extranjero, Cora regresa al Palacio de Bellas Artes en 2010, año de celebraciones importantes con las que evocamos el inicio de la gesta de Independencia y de la Revolución.
Creador activo y profundamente vital, afecto a presentar su trabajo en series de acabada concepción, Cora nos ofrece Los Apóstoles, un conjunto escultórico realizado ex profeso para el 37 Festival Internacional Cervantino, y exhibido ahora en la explanada del Palacio de Bellas Artes, como doce testigos del paso de la vida en uno de los cruces más emblemáticos de la capital del país.
La presentación monumental de los discípulos de Jesús realizada en madera pigmentada, es un homenaje que el artista nayarita rinde a quienes asumen y ejercen cualquier forma de apostolado y, al mismo tiempo, una ofrenda a los árboles que sirven como soporte a sus obras. Estos milenarios acompañantes del acontecer humano son tallados con devoción por Vladimir Cora, quien extrae la sobriedad natural de la madera para combinarla con la templanza del surco dejado por el formón y con la magna altura de las piezas, revistiendo de nueva vida a los troncos de huanacaxtle.
Para la talla en madera que practica una técnica que parece haber sido rescatada por él, Cora se vale únicamente del árbol seco; aquel que, como dice Antonio Machado, “hendido por el rayo” tiene ya la corteza blanquecina.
El Instituto Nacional de Bellas Artes celebra la presentación de estos apóstoles, colosales cabezas de semblante intensamente expresivo, que se suman a otras series del artista en las que la figura femenina ocupa un sitio primordial. Sin duda, a las obras precedentes habrán de sucederse muchas otras más.
La talla y estilo de Los Apóstoles –que recuerdan los orígenes vitales en el más amplio sentido de la expresión- lo confirman como un autor que ha hecho de la imaginación y de la consonancia con el entorno el camino para ahondar en sus raíces y abrirse al mundo.
Teresa Vicencio Álvarez
Directora General
Instituto Nacional de Bellas Artes
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