martes, 27 de abril de 2010
LIDERES MEXICANOS OSCAR ROMAN
Aunque estudiante de Relaciones Internacionales, Oscar Román siempre tuvo la inquietud del arte. Le viene de infancia, cuando algún primo mayor lo llevaba a museos, conventos, haciendas y le ayudaba a afinar la mirada para entender qué ocurría ahí. “Por eso decidí estudiar historia del arte en Londres y arte contemporáneo en París. Empecé como galerista con las antigüedades, eso me ayudó a conocer los mecanismos de una galería. Dos años más tarde entré a una galería de arte contemporáneo, donde estuve dos años. Después se dio la oportunidad de abrir mi espacio”.
Entre antiguallas y novedades ha fraguado su carrera. Lo mismo resolviendo la genealogía de un mueble augusto, que intuyendo lo inédito de la última obra del más joven pintor mexicano. Una y otra actividades requieren disciplina. Para una y otra considera obligada la preparación. “Cuando entré a las antigüedades podía tener el gusto pero no el conocimiento. Me di cuenta cuando una clienta me pidió algo específico y yo le ofrecí otras cosas. Ella celebró mi entusiasmo pero dijo que no era lo que estaba buscando. Me estaba diciendo que no sabía; a partir de ahí decidí especializarme y entender el negocio de las antigüedades: conocer estilos, periodos, el art decó, el art nouveau, cosas que por no conocer te quedas como un vendedor de cosas viejas, pero no con algo especializado”.
La misma preparación fue necesaria cuando incursionó a lo contemporáneo. Pero el esfuerzo le ha valido ser reconocido ahora como uno de los más influyentes corredores de arte del país. “Muchas veces me preguntan por qué no he dado el salto a lo conceptual y yo lo cuestiono: conozco el arte conceptual porque he estado en las ferias en Chicago, España, París, Miami; ahí he conocido el arte contemporáneo e incluso he incentivado a grandes coleccionistas, como Eugenio López de Jumex, pero he decidido mantener una línea. México aún se maneja por modas y tiene que llegar el momento en que consiga la especialización. En Estados Unidos, por ejemplo, en un solo edificio encuentras el mismo número de galerías que existen en todo nuestro país, eso muestra las necesidades que tiene este país de crecer”.
Un coleccionismo especializado
Y en este crecimiento, a Óscar Román le parece indispensable fomentar un coleccionismo especializado. “Hace falta todavía el coleccionismo que marque los periodos, quién va a coleccionar los periodos de los 80, de los 90, la ruptura, o quiénes van a estar con los artistas contemporáneos. De pronto se empieza a coleccionar por casualidad, alguien te vendió una litografía y te generó esta vocación, a partir de ahí empieza la colección. Y muchas veces, los inicios van a ser desastrosos; pocos empiezan una colección estructurada”.
Román distingue dos tipos de coleccionistas: quienes compran lo que les gusta, y quienes hacen del arte un valor de inversión, por lo que prefieren comprar obra de firmas o artistas jóvenes con proyección. “Ellos quieren lo seguro, firmas donde no tienen pierde: María Izquierdo, Jesús Urbieta, Siqueiros, Tamayo, Toledo; o artistas que llevan buena trayectoria en el mercado, como Jorge Marín o Alejandro Arango. Mucho va a depender del sentido que le quieran dar a sus colecciones”.
En estas elecciones, Román orienta a sus compradores sobre artistas, estilos, apuestas estéticas y oportunidades de colección. “Les indicas si los artistas ya ganaron una bienal, si están siendo reconocidos por la crítica, si tienen proyección internacional. Los coleccionistas entonces compran porque se convencieron de lo que leyeron del autor, porque les gusta y se quedan con él”.
Traspasar las barreras del tiempo
Desde hace 17 años que Óscar Román maneja su propia galería. Un ejercicio de día a día, que obliga a reinventarse entre tantos artistas que constantemente reinventan el mundo. “A mí hace muchos años me dijo Teresa del Conde: si logras pasar los cinco años ya la hiciste, pero es a través de muchísimo trabajo. Siempre estamos trabajando, hemos hecho más de 500 exposiciones en la galería, internacionales, en los estados; hemos tratado de mantener una presencia y ofrecer a los artistas una proyección internacional, que no se queden solamente como paradigma del público mexicano”.
La clave de esta consolidación se encuentra en el ejercicio de transparencia y confianza que Román ejerce sobre los artistas y los compradores. “Al artista le planteo cómo lo voy a promover, y a los coleccionistas les muestro trayectorias y continuidad, esto es, que el artista no va a desaparecer en poco tiempo”. Incluso, en artistas desaparecidos, como el caso de Jesús Urbieta, la labor de promover sus obras se mantiene con el mismo ahínco. “Urbieta tiene una carrera ascendente importante, ya es un pilar en la plástica mexicana, hay interés de seguirlo, no muere y desaparece, sino que tiene esa continuidad. Entonces hacemos que esta concordancia sea transparente, que tanto unos como otros confíen en nuestro proyecto”.
Con una amplia muestra de artistas latinoamericanos, estadounidenses y europeos, la galería de Román se distingue por su amplia gama, que dota a los admiradores y compradores del arte de un generoso espectro de la plástica en el mundo. “Ahora estamos preparando algo de Alice Rahon para el Museo de Arte Moderno, en la galería tenemos a Vladimir Cora, próximamente estarán Marisa Lara y Arturo Guerrero, y terminaremos con una colectiva donde estamos retomando la visión de la naturaleza, haciendo un recuento desde María Izquierdo y otras firmas, hasta terminar con artistas jóvenes. Las exposiciones duran un mes y van rotando, si vienes el próximo mes vas a encontrar cosas distintas”.
De esta forma es la vida de Óscar Román. Entre el artista y el que colecciona, entre la mirada especializada al pasado y la apuesta decidida al futuro. Siempre, aliado a la plástica, a lo que tiene de moderno y de perenne. “De pronto dicen que la pintura ha muerto pero no es cierto, siempre pasará las barreras del tiempo. Si hiciéramos un análisis de la historia a través del arte, podríamos verla reflejada en la pintura, en esos cuadros anecdóticos que reflejan el momento que vivimos. A lo mejor se ha abandonado lo narrativo, pero a veces hay autores como Agustín Portillo que están rescatando el tema de retratar a las sociedades. Cuando se haga un recuento en 50 años o 100 años, se mostrará a Portillo como ahora se hace con Botero u otros artistas”.
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